sábado, 22 de septiembre de 2012

Mi viejo que era un quinielero de aquellos, se jugaba la vida en cada número, en estos días (setiembre del 2012) estaría cumpliendo 90 años, va esta poesía de homenaje


TENGO UN NÚMERO QUE NO VA A FALLAR



 
Jugaba a la quiniela

porque allí estaba su Itaca

 

En esa tierra él plantaba árboles

criaba muertos

hacía música con latas de almacenero

 

Cada tarde

cuando el mundo hacía sus exámenes de conciencia

mi padre  salía para el quiosco

como Colón

convencido

iluminado

sabiendo que tenía los mapas del Atlántico   

mientras guardaba en el más estricto secreto  

la cifra que la Kavala le había encomendado

 

Al veintitrés o al sesenta y uno

daba igual

él se jugaba el jornal

la ganancia

el pan nuestro de cada día

 

Mi madre lo dejaba hacer

hacía centurias que la había convencido

de que tenía un ángel que le dictaba en sueños

los números que traían el nuevo Belén   

 

Muchas veces festejamos con turrones

pan dulce, sidra

aunque la navidad estuviera lejos

y nuestra religión nada tenía que ver con Jesucristo

 

Otras

muchas otras

comimos papelitos

arrugados

sucios

con el catorce a los diez

o el noventa y seis a la cabeza

 

 

martes, 4 de septiembre de 2012

CUANDO PIENSO A MI MISMO MUERTO



 
                                            Cuando pienso en mi mismo muerto…

                                                  alguien tendrá que tirar los calzoncillos sucios y también los limpios

                                                                              Charles Bukowski

 

 Discutirán si con tres o cuatros velas

 

Si llamarán al Sr. Cura

o lo dejarán tranquilo almorzando en su sacristía

 
Si será en el cementerio de Guaymallén

o en alguna otra tierrita que meen los gatos

 
“No tengo ganas de ir” dirá alguno

lo entiendo

créame que lo entiendo

 
Otro ojeará  mi biblioteca

con cierto placer malsano

 
Los de renta me tendrán que borrar de su lista

y una mano anónima me sacará de la guía

 
Algún abogado se frotará las manos

 
Las estadísticas seguirán como siempre

sin moverse  ni un rulo

 
El diario los andes no pronunciará mi nombre

tampoco el arzobispo

pero ya no me importa

 

Esa noche escucharé nuevos ruidos

y mientras me acomodo
 
y conozco el barrio

alguien dirá para sí

mientras chupa unos mates

“por fin se murió

         este viejo de mierda”