Bartolo Yogarri (1660)
Se sublevaron las indiadas del Sud mendocino
mandadas por el cacique grande de las tribus de uno y otro lado de la
cordillera, Bartolo Yogarri, su hermano Juanillo y el araucano Tanaqueupú.
Los dos Yogarri cayeron prisioneros con buena parte
de sus hombres de guerra, mujeres y niños, conduciéndoselos a Mendoza donde se
los procesó. Concluido el proceso, don Bartolo y varios de sus cómplices fueron ejecutados por traidores a las
autoridades españolas (1660)
La guerra con el indio…
Soy la soga
que
mantiene firme
el
cuerpo de Bartolo Yogarri
Hoy
un
martes mugriento
en
este descampado que llaman Plaza Mayor
me
ha tocado ajusticiar
a
un salvaje que no quiso
treinta monedas
No
es el primer indio que cuelgo
no
es la primera sangre que bebo
Ciento
veinte kilos de puelche
que
se balancean
Dicen
que fue el terror
la
muerte en lanzas
la
angustia que llegaba
Dicen que fue aliado de Tanaqueupú
ese tigre hosco
que no aceptaba el licor que los huincas ofrecían
ni las mercedes con que la Corona lo bendecía
Un
Judas más
que
boqueó como todos
Buscaba
un aire
mientras
llamaba a su Dios
recordaba
a sus pastos
a
sus mujeres
a
una yeguas que dejó en Yancanello
Pedía
por sus hijos
por
sus montañas
por
unos cueros que le habían robado
Después
comenzó a patalear
mientras
los huesos crujían
y
la espuma le manaba por la boca
El
barro de la piel se le volvió azul
los
ojos abiertos como una puerta
un
pie gallina se le movía
La
gente miraba
miraba
el señor Corregidor
el
Maestre de Campo
el
señor Alcalde
el
Padre de la Iglesia mayor
los
encomenderos
los
señores jesuitas
los
vecinos principales: Godoy, Correa, Castillo, Videla
las
buenas señoras vestidas de gala
los
chicos que un día les tocará mandar
miraban
los negros
algunos
huarpes sirvientes también miraban
No
siempre hay buenos espectáculos
en
esta parte del Virreinato
Veinticuatro
horas lo tuve
veinticuatro
horas para que aprendan este catecismo
veinticuatro
horas para que sepan quien manda
Al
final el silencio
El
sol que no quiso seguir el espectáculo
se
fue tras los montes
Nadie
reclamó su cuerpo
nadie
pidió por su sangre
Los
huesos sanos de Don Bartolo Yogarri
como
también los otros
y
el pedazo de carne que dejaron los perros
los
tiraron más allá del pueblo
Aquí
en estas chacras
en
estas viñas
en
esta Mendoza que nace
no
hay lugar para traidores…
No hay comentarios:
Publicar un comentario